Cambiar de administrador de fincas no es una decisión sencilla, pero a veces es la más inteligente. Un buen administrador debe ser transparente, responsable y capaz de mantener la convivencia y el orden económico del edificio. Si eso no ocurre, seguir con el mismo profesional puede acarrear más problemas que soluciones. Hoy, te contamos en qué consiste la mala praxis y cuáles son los principales motivos para cambiar de administrador de fincas. ¡Sigue leyendo!
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Índice de contenidos
¿Qué hacer cuando un administrador de fincas no hace bien su trabajo?
Empieza por revisar la documentación: actas, presupuestos, balances y facturas. Todo administrador tiene la obligación de mantener la contabilidad al día y de presentar informes transparentes sobre los gastos e ingresos de la comunidad. Si hay irregularidades, la falta de información o documentos que no cuadran, es importante dejar constancia de ello por escrito.
Otro paso clave es hablar con los vecinos. Si no eres el único que nota fallos en la gestión, probablemente haya más propietarios dispuestos a exigir explicaciones. Pueden solicitar una reunión extraordinaria para abordar la situación y pedir una revisión de la labor del administrador.
¿Cuándo se puede cambiar de administrador de fincas?
Uno de los errores más comunes es pensar que hay que esperar al final del contrato para cambiar de administrador. En realidad, la comunidad puede cesarlo en cualquier momento, siempre que se cumplan las normas establecidas en la Ley de Propiedad Horizontal.
Por lo general, el cambio debe aprobarse en una junta de propietarios convocada específicamente para ese asunto. En la reunión, se vota la destitución del administrador actual y la elección de uno nuevo. La decisión debe verse reflejada en el acta y ser comunicada formalmente al administrador saliente.
¿Qué es la mala praxis de un administrador de fincas?
El término «mala praxis» se usa cuando un profesional incumple sus deberes o actúa de forma negligente en el desempeño de su trabajo. En el caso de los administradores de fincas, la mala praxis puede tener consecuencias serias tanto a nivel económico como a nivel legal.
Algunos ejemplos de mala praxis de un administrador de fincas:
- Falta de transparencia contable. No presentar las cuentas de forma clara o retrasar la entrega de documentos financieros.
- Gestión ineficiente de incidencias. No atender las averías, impagos o conflictos vecinales con la diligencia que corresponde.
- Uso indebido de fondos comunitarios. Emplear dinero de la comunidad para fines personales o sin autorización.
- Falta de comunicación. No informar a los propietarios sobre decisiones importantes o no convocar las juntas cuando corresponde.
- Incumplimiento de normativas legales. No actualizar contratos, seguros o licencias, exponiendo a la comunidad a posibles sanciones.
Motivos para cambiar de administrador de fincas
Estos son algunos de los principales motivos para cambiar de administrador de fincas:
- Falta de transparencia económica. Si los vecinos no reciben información clara sobre los gastos o si las cuentas presentan inconsistencias, es una señal evidente de mala gestión. La transparencia es la base de la confianza.
- Deficiente comunicación. Cuando el administrador no responde a correos, no atiende llamadas o evita reuniones, está incumpliendo una de sus funciones principales: mantener informada a la comunidad.
- Retrasos en la resolución de incidencias. Averías sin reparar, proveedores impagados o conflictos sin resolver generan malestar y demuestran falta de compromiso profesional.
- Desinterés por la comunidad. Si notas que el administrador ya no se implica como antes, no supervisa las tareas o simplemente parece haber perdido el interés, la comunidad merece alguien con más iniciativa.
- Problemas legales o administrativos. Errores en los contratos, incumplimiento de plazos o falta de actualización normativa pueden derivar en sanciones que afectan a todos los propietarios.
- Incremento injustificado de honorarios. Subir las tarifas sin mejorar los servicios o sin justificación razonable es una práctica poco ética.
- Falta de transparencia con proveedores. Si hay dudas sobre los presupuestos o sobre cómo se adjudican los trabajos, conviene revisar la gestión para evitar conflictos de intereses.
- Pérdida de confianza generalizada. Cuando la relación entre la comunidad y el administrador se deteriora, es difícil recuperar la confianza. En ese punto, lo mejor es cambiar.
Entender cómo funciona la gestión de una comunidad no solo es útil si eres propietario, sino también si te interesa formarte como profesional en administración de fincas. Se trata de un sector en crecimiento, que requiere perfiles con conocimientos en derecho, contabilidad, gestión inmobiliaria y atención al cliente.
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